viernes, 17 de diciembre de 2010

La fortaleza como principio

Tanto a nivel laboral como deportivo, la fortaleza mental es el núcleo de la autorregulación. La misma nos brinda diferentes herramientas para soportar la frustración, no bajar los brazos ante situaciones adversas y, de esta manera, moldear la figura de líder positivo.
Daniel Goleman, psicólogo estadounidense, dice que “los diez hábitos emocionales más importantes se producen durante la infancia”. Aquí, por citar un ejemplo valioso, el caso de Martín Palermo tiene algunos puntos en común con los tratados por el especialista. Durante los momentos difíciles, el hecho de participar en su niñez de las reuniones o charlas familiares, blindó a Palermo con una coraza de autoconciencia, autocontrol y motivación, que se vio reflejada en cada instantánea de su vida.  Para Palermo la familia siempre fue lo más importante. Le enseñaron que una de las claves para mantenerse siempre firme es nunca dejar de luchar. No bajar los brazos.
La carrera de un deportista no es lineal como la de un contador, un abogado o un odontólogo. Un recorrido sinuoso, que se caracteriza por constantes alzas y bajas en su desarrollo. Es que, salvo excepciones -que podemos encontrar- la aceptación del atleta depende siempre de su rendimiento.
“¿Querés buscarle la explicación a  Palermo? No se la busques ni por la estadística, ni por los goles, ni por la técnica, ni por todo lo que evolucionó como jugador. Buscásela en la mente y en el alma. Buscásela en el corazón… en la familia”. Las palabras de Daniel El Profe Córdoba van más allá de cualquier análisis futbolístico. Ahondan en el interior de una figura… de un líder.
Ahora bien, para que un equipo llegue al éxito, indudablemente deben existir ciertas pautas que respetar y cada una es de suma importancia. La adjudicación y aceptación de roles (tema que ahondaremos en otras entradas) cumple un papel fundamental dentro y fuera de la cancha. El DT o dirigente detrás de la línea de cal y el jugador dentro del campo de juego. Todos los equipos poseen uno o más líderes, ya sean negativos (condicionantes de objetivos) y positivos. Palermo, Riquelme, Verón y Almeyda son los ejemplos más importantes en el fútbol de Primera. En básquet, cuidándole la espalda a Ginóbili emerge la figura de Scola. Meana o De Cecco, pese a su juventud, se imponen en Bolívar, multicampeón en vóley. Podemos estar toda el día citando ejemplos, sin embargo, no sólo el talento configura un modelo. Heinze, más allá de sus condiciones, comparte con sus colegas el mismo rótulo. Ídolo en Manchester -su figura adorna las paredes del lujoso Old Trafford-, en el United, de Inglaterra, jugó durante tres años y consiguió dos títulos. Además, lleva siete años vistiendo la camiseta de la Selección, cifra superada sólo por Javier Zanetti, con quince.
            El éxito comienza a cimentarse a partir del interior. El establecimiento de metas y objetivos -difíciles, pero alcanzables- y la fortaleza mental que sólo distingue a los distintos.  



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