lunes, 27 de diciembre de 2010

¡Che, fulbo!

¡¿Qué es el fulbo?!,
apremiante es mi pregunta.
Fácil para muchos,
difícil para otros
y simple como en su esencia
pero para unos pocos.
Un juego, un estilo de vida
un trabajo, un espectáculo
un deporte y un negocio.
Presos de sus ilusiones,
encontraron una salida
y no por eso hay que condenarlos,
generador de una identidad colectiva.
Complejo en su razón de ser,
adorados veintidós dioses
reunidos cada cuatro años
sin basilar en sus inmensos templos.
Nada cambia,
todo llega
y nada deja.
Con el cuchillo entre los dientes
y con la voraz sed del orgullo.
Veintidós guerreros
salen domingo a domingo a la batalla
y un centenar de ilícitos
dan rienda suelta a su oficio.
De traje y corbata se presentan,
con signos de nobleza,
ideas nuevas y generosos bolsillos
e ideologías impuestas.
Decadentes estrategias
se comentan a diario
y dueños de la globa
vanagloria jactancia de la vida.
Impunidad, violencia y corrupción.
Gambetas, pases cortos y picardía de potrero.
Espejo del mundo,
eso sí,
en exportaciones juveniles.
Nada cambia,
todo llega
y nada deja.
Con el cuchillo entre los dientes
y con la voraz sed del orgullo.
Idiosincrasia argentina,
de una desesperanza extrema,
responsables ausentes
abultan sus cuentas
en pos del pecado
y de una ideología impuesta.
Este es el fulbo argentino
y por mal que nos pese,
siempre habrá una puerta abierta
y la ilusión permanente,
de continuar en la lucha
de unos pocos luchadores.
Ojala me equivoque
y me lean algún día
en donde esto parezca una increíble utopía
de mí querida Argentina.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

La meta es superarse

     “Solamente podremos progresar si nos aseguramos de que los deportistas estén en el centro de todo lo que hacemos”. Las palabras del inglés Philip Craven, discapacitado motriz y presidente del IPC (Comité Paralímpico Internacional) son sentidas. Y vaya si lo son.
     Patologías congénitas, enfermedades, discapacidades físicas, amputados… según Alejandro Maldonado, quien nació con una enfermedad congénita, “ningún tipo de discapacidad constituye un impedimento para alcanzar lo que uno quiere. No hay que pensar en otra cosa que no sea superarse”. Atletismo, esgrima, natación, tenis, canotaje, básquet… muchas son las actividades, aunque todas bajo objetivo claro: fomentar la rehabilitación como un medio de inserción social, estimulando sus capacidades y permitiendo incorporar la carencia a su organización física y mental.
     El fundador de una ilusión: a la hora de hablar sobre revolucionarios, sin lugar a dudas el nombre de Ludwig Guttman tiene un lugar de cabecera en el salón de la fama. Siempre al pie del cañón. Siempre del lado de la enseñanza.
     Guttman, alemán de nacimiento, escapó en 1936 de la cruel persecución nazi para continuar con su carrera de neurocirujano. El saldo de muertos y heridos que dejó el final de la Segunda Guerra Mundial fue desolador. En consecuencia, en 1944 el Gobierno de Inglaterra decidió crear un Centro para las lesiones medulares dentro del hospital de Stoke Mandeville. Y el elegido para dirigir dicha obra fue el doctor Ludwig Guttman.
     Poppa, como lo llamaban sus colegas y amigos, se dio cuenta que los discapacitados de guerra, como se los llamaba en aquella época, necesitaban un estímulo que los ayudara a sobrellevar todas las problemáticas que les depararían su indeseada condición. De esta manera, empezó a realizar las primeras experiencias deportivas sentado él mismo en una silla de ruedas. El tratamiento comenzó a dar un gran resultado en la rehabilitación de los pacientes tanto física como mentalmente. Al cabo de varias prácticas -siempre como entretenimiento- el cambio en las personas con problemas medulares fue notorio.
     En 1956, el COI (Comité Olímpico Internacional) reconoció el trabajo de Guttman, quien muere en 1980, otorgándole la Copa Fearnley, como representante de los valores sociales y humanos de los deportes sobre silla de ruedas. A su vez, Isabel, Reina de Inglaterra, lo nombró con el mítico mote de “Sir”.
     En la búsqueda de un sueño: el básquet sobre sillas de ruedas nació en Inglaterra, cuna de todos los deportes. Sin embargo, fue en Estados Unidos donde los Flying Wheels, un humilde equipo californiano -emulando a los míticos Harlem Globetrotters- comenzó a realizar giras por todos los condados. Durante su recorrido, la algarabía del público fue tal, que el interés por la disciplina fue cada vez en aumento. El lema fue: “Si los individuos en silla de ruedas podrían practicar el básquet con habilidad, destreza, coordinación e ímpetu, también podrían, bajo un buen entrenamiento, desempeñar correctamente un empleo”. El primer objetivo de los Wheels estaba cumplido.
     Rumbo a un futuro promisorio: Guttman había comenzado una revolución que, si contaba con el apoyo necesario, llegaría a formar parte de la elite del deporte mundial. En consecuencia, nacieron los juegos de Store Mandeville, que originalmente fueron creados para personas parapléjicas. En su primera presentación en Londres participaron 16 pacientes británicos heridos en la segunda guerra mundial.
     Previo paso por Estados Unidos, el auge generado por los juegos hace que en 1950 América se incorpore a dichas actividades. Cuatro años más tarde, con la participación de un conjunto de veteranos de guerra holandés, los juegos se transformaron en internacionales.
     En 1960, en plena disputa de los Juegos Olímpicos de Roma, Antonio Maglio, colega de Guttman y director del Centro de Lesionados medulares de Ostia, Italia, propuso ante el éxito rotundo de las competencias, el inicio de unos juegos similares inmediatamente después de los JJ.OO. Preso de una gran e innovadora iniciativa, en esa primera oportunidad Roma reunió cerca de 400 deportistas discapacitados de 23 países y, a partir de allí, las personas minusválidas gozan de un espectáculo cada cuatro años al igual que los Juegos Olímpicos.
     Una organización eficaz: si bien se fueron formando diferentes y muy diversas federaciones y organizaciones -siempre respetando una misma idea-, después de la muerte de Guttman, el doctor danés Jens Bromann fundó en 1982 la ICC (Internacional Coordinating Comité Sport for the Disabled), siendo el primer ente coordinador de las actividades y disciplinas de las federaciones y comités para discapacitados.
     Luego de siete años, el ICC fue reemplazado por el IPC (Comité Paralímpico Internacional), donde fue elegido como primer director el doctor canadiense Robert Steaward. Más allá de la basta capacidad e idoneidad en su desempeño, el apoyo, en aquel entonces, del español Juan Antonio Samaranch, presidente del COI (Comité Olímpico Internacional) fue fundamental para que todas las organizaciones se unieran. Entre sus funciones más importantes el IPC organiza y coordina los Juegos Paralímpicos, los Mundiales y los campeonatos regionales. Además, también trabaja en forma conjunta con el CPA (Comité Paralímpico Americano), presidido por el brasileño Andrew Parsons, que supervisa, entre otras competencias, a los Juegos Panamericanos.
     Argentina: en vías de desarrollo: el deporte nutre día a día las esperanzas e ilusiones de miles de atletas discapacitados, el básquet tomo la posta como una de las actividades que más se destacó y se destaca dentro del ámbito social. 
     El FADESIR (Federación Argentina de deportes sobre silla, 1969) cumple una tarea fundamental para saciar, al menos, las dificultades -en lo posible- e interrogantes de los atletas. No obstante, es importante subrayar que la actividad física y los deportes deben ser desarrollados como un medio de rehabilitación y participación social, y nunca como un fin en sí mismo.
     Sin embargo, a pesar de lo logros obtenidos a nivel Selección, los problemas económicos son una constante a la hora de realizar una adecuada planificación de trabajo. El costo de las sillas es cada vez mayor (las importadas son demasiado caras) además del mantenimiento que estas necesitan.
     Teniendo en cuenta que el deporte en la Argentina no es profesional como en otras partes del mundo, a pesar de que tiene un apoyo mediante una beca de la Secretaría de Deportes, se les hace imposible mantener a los jugadores. En consecuencia, es imposible conseguir un buen nivel de entrenamiento, mejores instalaciones, sillas en buen estado, pelotas, entre otros elementos.


lunes, 20 de diciembre de 2010

Con los dientes apretados

Los cuerpos de los atletas son entrenados para realizar actividades a un alto nivel de competencia. Entre los aspectos más destacados, se estudia y revisa su fuerza muscular, coordinación neuromuscular, resistencia cardiorrespiratoria y velocidad de reacción. Sin embargo, se hace poco hincapié en un tema tan importante como es la salud dental.
En este caso, se debe evaluar el estado inicial de las piezas dentarias y encías, solucionar los problemas que presenten, realizar controles periódicos y, por sobre todas las cosas, fomentar la educación sobre el cuidado e higiene de la boca. Es por eso, que los cuerpos médicos de los clubes más importantes del mundo le hicieron un guiño a este fenómeno y comenzaron a prestarle mayor atención a las boquitas de sus estrellas, poniendo énfasis en el aspecto odontológico para llegar a un óptimo rendimiento.
          Es que dientes y mandíbulas van de la mano con el desempeño de los deportistas mucho más de lo que se cree. En los partidos, muchos jugadores terminan con piezas dentales flojas debido a la fuerza desmedida de la mandíbula como resultado de la presión y la tensión de la alta competencia.
          La falta de control conlleva varias consecuencias como las infecciones, que provocan dolor y varios inconvenientes colaterales como el cansancio muscular, dificultades respiratorias y baja performance.
          Por otra parte, la alimentación es fundamental, ya que son los alimentos los que aportan la energía necesaria para el trabajo muscular a partir de los hidratos de carbono y las grasas. Dan al cuerpo las sustancias para mantener los huesos, músculos y tendones, sanos y fuertes, a través de las proteínas y vitaminas incorporadas en los mismos. En relación, si la boca presenta lesiones se mastica incorrectamente, la comida no es digerida como corresponde y, de esta manera, el organismo no aprovecha los nutrientes.
          A su vez, si el deportista siente dolor en sus dientes, surgen molestias de oído, jaquecas y neuralgias, justamente, porque se genera un esfuerzo en la boca superior a lo debido. En efecto, los músculos se contracturan y algunos jugadores optan por tomar un miorrelajante, lo que es contraproducente, ya que se trata de una droga que puede aparecer en los controles. Lo que viene es sabido: el jugador se aleja de su plan de entrenamiento y no puede participar de las competencias programadas.

          “¡Salgan a la cancha con lo dientes apretados!”, pregona una de los tantos axiomas del deporte. Y la analogía es válida. Lo cierto, es que una boca en perfectas condiciones permitirá al deportista nutrirse correctamente y realizar una eficaz digestión, aprovechando todas las sustancias para llegar a un alto rendimiento en sus actividades.                           

viernes, 17 de diciembre de 2010

La fortaleza como principio

Tanto a nivel laboral como deportivo, la fortaleza mental es el núcleo de la autorregulación. La misma nos brinda diferentes herramientas para soportar la frustración, no bajar los brazos ante situaciones adversas y, de esta manera, moldear la figura de líder positivo.
Daniel Goleman, psicólogo estadounidense, dice que “los diez hábitos emocionales más importantes se producen durante la infancia”. Aquí, por citar un ejemplo valioso, el caso de Martín Palermo tiene algunos puntos en común con los tratados por el especialista. Durante los momentos difíciles, el hecho de participar en su niñez de las reuniones o charlas familiares, blindó a Palermo con una coraza de autoconciencia, autocontrol y motivación, que se vio reflejada en cada instantánea de su vida.  Para Palermo la familia siempre fue lo más importante. Le enseñaron que una de las claves para mantenerse siempre firme es nunca dejar de luchar. No bajar los brazos.
La carrera de un deportista no es lineal como la de un contador, un abogado o un odontólogo. Un recorrido sinuoso, que se caracteriza por constantes alzas y bajas en su desarrollo. Es que, salvo excepciones -que podemos encontrar- la aceptación del atleta depende siempre de su rendimiento.
“¿Querés buscarle la explicación a  Palermo? No se la busques ni por la estadística, ni por los goles, ni por la técnica, ni por todo lo que evolucionó como jugador. Buscásela en la mente y en el alma. Buscásela en el corazón… en la familia”. Las palabras de Daniel El Profe Córdoba van más allá de cualquier análisis futbolístico. Ahondan en el interior de una figura… de un líder.
Ahora bien, para que un equipo llegue al éxito, indudablemente deben existir ciertas pautas que respetar y cada una es de suma importancia. La adjudicación y aceptación de roles (tema que ahondaremos en otras entradas) cumple un papel fundamental dentro y fuera de la cancha. El DT o dirigente detrás de la línea de cal y el jugador dentro del campo de juego. Todos los equipos poseen uno o más líderes, ya sean negativos (condicionantes de objetivos) y positivos. Palermo, Riquelme, Verón y Almeyda son los ejemplos más importantes en el fútbol de Primera. En básquet, cuidándole la espalda a Ginóbili emerge la figura de Scola. Meana o De Cecco, pese a su juventud, se imponen en Bolívar, multicampeón en vóley. Podemos estar toda el día citando ejemplos, sin embargo, no sólo el talento configura un modelo. Heinze, más allá de sus condiciones, comparte con sus colegas el mismo rótulo. Ídolo en Manchester -su figura adorna las paredes del lujoso Old Trafford-, en el United, de Inglaterra, jugó durante tres años y consiguió dos títulos. Además, lleva siete años vistiendo la camiseta de la Selección, cifra superada sólo por Javier Zanetti, con quince.
            El éxito comienza a cimentarse a partir del interior. El establecimiento de metas y objetivos -difíciles, pero alcanzables- y la fortaleza mental que sólo distingue a los distintos.  



miércoles, 15 de diciembre de 2010

Los deportistas que desafiaron al sida

El recorrido es largo… vaya si lo es. Y la vida, en lo más puro de su esencia, nos va poniendo a prueba. El sida (acrónimo de síndrome de inmunodeficiencia adquirida), es el recorrido final causado por el virus de inmunodeficiencia humano (HIV). Cuando este virus logra que las defensas del organismo fallen, diversas complicaciones en la salud -las llamadas enfermedades oportunistas- desatan el desenlace más trágico.
Dificultades que la vida nos tiene reservadas. Dificultades de las que nadie está exento. Sin embargo, la llave para abrir el cofre que hará que estas dificultades se transformen en soluciones las tiene uno. Nadie más que uno. Por ahora.
La magia de un luchador: a caso parecía una utopía, para aquel entonces, que los inmaculados e intocables deportistas, venerados y resguardados en sus inmensos templos, pudieran claudicar ante tamaña enfermedad.  Lo cierto, es que el 7 de noviembre de 1991 el mundo se enmudecía ante la noticia menos pensada. Earvin Magic Johnson, uno de los mejores jugadores en la historia de la NBA, anunciaba en conferencia de prensa su retiro por culpa del HIV.
Esa misma habilidad que exponía en cada partido con la camiseta amarilla de Los Ángeles, Johnson la utilizó después, más que nunca, para escaparle al lógico miedo, que suponía una realidad tan distante: “Una parte de mi se ha ido, pero la vida continúa y yo no me voy a quedar parado por ello”. Y Magic no lo hizo. We are the communities we serve (Nosotros somos parte de una comunidad a la que tenemos que servir), es el lema de la fundación que creó en 1991 para la prevención, educación e investigación sobre el sida; además de apoyar a organizaciones sociales y luchar contra de la discriminación.
Ejemplo de vida, Johnson fue, lamentablemente, el puntal de un movimiento que sirvió para concienciar a las cúpulas deportivas más importantes del mundo sobre una enfermedad que se cobra la vida de más de tres millones de personas por año en todo el mundo. Muestra de ello es que la NBA y la FIBA (Federación Internacional de Básquet) comenzaron a realizar diversas campañas para educar a sus atletas.
Según los especialistas el riesgo de contagio durante una disputa deportiva entre un portador y una persona sana es extremadamente bajo -el virus ingresa al cuerpo por medio de la sangre y los fluidos corporales-. Y los atletas infectados pueden realizar actividades teniendo en cuenta, claro está, una previa revisión médica.
Johnson es el reflejo de esta lucha. Una lucha incesante, una lucha humana. Él, que sensibilizó los corazones ajenos; él, que con valentía y orgullo, pelea día a día por su salud y el bienestar de sus pares.
Mucho más que un gran jugador de tenis: en algún momento, el estadounidense Arthur Ashe dijo: “Sé que nunca me hubiera perdonado vivir sin un propósito humano. Sin tratar de ayudar a los pobres y desafortunados. Sin reconocer que el regocijo puro de la vida viene al tratar de ayudar a otros”. Y quizás esas palabras no quepan de mejor manera para enmarcar un sueño, una ilusión… acaso un pedido.
Más allá de su intachable carrera en la década del setenta, el nombre de Ashe comenzó a tener mayor repercusión en 1992 cuando, debido a una transfusión de sangre realizada en 1983, declaró, quizá sin sentirlo, que en su cuerpo habitaba el virus del sida. Ya a esa altura, el mismo corazón que latía en cada partido ante figuras como Ken Rosewall o Jimmy Connors, comenzaba a sucumbir ante la enfermedad invisible.
Durante su vida, Ashe mantuvo una intensa lucha contra el apartheid (movimiento de segregación racial) en Sudáfrica. Si bien siempre se caracterizó por tener un bajo perfil, alguna vez dijo que “sobrellevar el HIV palidecía ante el dolor que causa crecer siendo negro en Estados Unidos”.
Luego de su retiro, Ashe realizó diferentes trabajos en los medios de comunicación, aunque el verdadero sentido de su legado fue la lucha incesante que llevó contra el sida.
Poseedor de un espíritu inquebrantable, cuestionó las políticas del gobierno por falta de capitales para la investigación de la enfermedad. “Hablar ante audiencias sobre el sida se ha convertido de algún modo en la función más importante de mi vida”, sentenció. En tanto, dos meses antes de su muerte creó el Arthur Ashe Institute for Urban Health (Instituto Arthur Ashe para la Salud Urbana). Y haciendo un guiño hacia el cielo, una semana previa a su ida, finalizó sus memorias con un título que rezaba “Days of Grace” (Días de gracia).
KO al sida: hay historias que, en oportunidades, suelen bordear el límite de la razón. Momentos en los que uno se pregunta ¿Por qué me sucede esto a mí? Tommy El Duque Morrison supo tocar el cielo con las manos cuando venció a su compatriota George Foreman y se coronó en 1993 campeón pesado de la OMB (Organización Mundial de Boxeo). Sin embargo, como alguna vez supo abrazarse con la gloria, la enfermedad silenciosa le hizo arrojar la toalla en 1996.
El deporte es un alto generador de tentaciones. Fama, dinero… vicios que, por lo general, suelen revelar las debilidades de los atletas. “Creía que eso sólo le pasaba a los homosexuales o drogadictos. Ahora me doy cuenta que llevar una vida de lujos y vicios sólo puede conducir a la miseria”, dijo Morrison subrayando una máxima de la vida misma.
Después del examen positivo de Morrison el ambiente boxístico abrió los ojos ante un problema que plantó diversos debates legales y sociales. En 1996 la comisión de boxeo de Nueva York anunció que todo los boxeadores debían se sometidos a un test anual; mientras que el 7 de marzo de ese mismo año la New Jersey Athletic Control Board impuso el análisis obligatorio para quienes compitiesen en ese estado. Oregon, Arizona, Washington y Nevada también se sumaron a la causa.
 Después de fundar Knockout Aids, un establecimiento para respaldar a chicos con sida, percibió una luz en su camino. Es que, después de pasar satisfactoriamente una serie de exámenes -Morrison siempre aseguró estar sano-,  regresó a un cuadrilátero para demostrar y demostrarse, que aún estaba vivo. Ahora bien, como afirmaron los médicos de Johnson en 1997 (David Ho y Michael Mellman), que el virus no sea detectable no significa que esté ausente.
            El caso de Eduardo Esidio, futbolista brasileño, quizás sea el ejemplo más elocuente de superación y fortaleza mental. Es que, siendo portador se consagró en tres oportunidades con su equipo, Universitario, de Perú, y fue el segundo máximo goleador del mundo en 2002, detrás de su compatriota Jardel.
Contrastes y similitudes en historias de vidas diferentes, aunque unidas por el deseo de lucha. Siendo la vacuna del sida el mayor reto para la ciencia, educar en métodos de prevención, concienciar y no discriminar, parten como las obligaciones más importantes, ante un mal que no es ajeno al deporte ni a sus protagonistas.  

viernes, 10 de diciembre de 2010

Copiar para crecer, copiar para creer

Un equipo es un grupo que interactúa con y dependiendo unos de otros. Claro, siempre detrás de una meta en común y conformando un círculo que abarque ciertas pautas importantes como el compromiso, la diferenciación con nuestros pares, el respeto y la solidaridad. Pero cómo sostener un plan de trabajo cuando parece que para los dirigentes, instituciones o asociaciones deportivas, el proyecto, expresión que está tan de moda, no se avala más que con palabras. Y sabemos que a las palabras se las lleva el viento.
Ahora bien, podemos tener un grupo humano ideal, pero si ese grupo no se transforma en un verdadero equipo -léase las individualidades en servicio de la cohesión grupal- las metas sólo serán un espejismo más en el oasis del palabrerío. Porque el verdadero crecimiento se nota cuando las acciones son consecuentes con las ideas.
Es que todo va de la mano. Desde la máxima figura que se sienta detrás de un escritorio, pasando por el jugador más exitoso hasta llegar al utilero de turno. El compromiso es el mismo para todos. Es una cadena de responsabilidades en la que, en lo posible, ningún eslabón debe cortarse.
No es casualidad, a caso, el éxito del Barcelona, de España, máximo exponente del buen juego en esta época. Desde La Masía, lugar donde germinan las semillas del futuro, trabajan a partir de una ideología y un concepto de juego y equipo, que respetan y priorizan por sobre todas las cosas. Puyol, Xavi (aquí me quito el sombrero), Víctor Valdés, Iniesta, Messi, Piqué, Busquets y Pedro. Ocho de los once jugadores titulares surgieron de las divisiones inferiores, incluido Guardiola, su técnico. El ejemplo es elocuente.
¿Podemos en Argentina tener como referente al Barcelona y, de esta manera, empezar a crecer? Claro que se puede. Estudiantes, Vélez, Lanús o Banfield son los ejemplos más sobresalientes por los logros conseguidos. Sin embargo, con políticas coherentes, humildad, objetivos claros y sin ambiciones desmedidas, instituciones como Godoy Cruz, clasificado para jugar la próxima Copa Libertadores y All Boys, revelación en el actual Torneo en su primera campaña en la máxima categoría, nos permiten creer que no todo está perdido. Aunque no sobren los ejemplos, aunque todo cueste, la iniciativa de unos pocos es la esperanza de muchos.

   

jueves, 9 de diciembre de 2010

De proyectos y procesos

Soy un convencido de que los técnicos, tanto en el fútbol, deporte al que le voy a dedicar estas primeras líneas, como en otras actividades, tienen un ciclo útil, por decirlo de alguna manera, a cargo de un equipo. Aunque es un convencimiento a medias, ya que los 24 años del escocés Ferguson al frente del Manchester United, de Inglaterra, desmorona toda teoría.
Sin embargo, el acostumbramiento cumple un papel fundamental. Vivimos en un estado de efervescencia que nos hace transformar los días en una rutina diaria que no nos deja crecer en lo social y en lo emocional. Y lamentablemente como en nuestro fútbol los que presiden a las instituciones apuestan poco y nada a los proyectos, salvo ejemplos sobresalientes como Estudiantes, Vélez o Lanús, clubes que llegaron a grandes logros basados en los procesos duraderos; los técnicos son las líneas más delgadas que se cortan cuando los resultados no acompañan.
No hace falta que un equipo no ande bien para que un técnico deje su lugar. Es como toda relación, con el paso del tiempo se va desgastando. Sólo basta un poco de lucidez por parte de ellos para determinar cuándo y por qué un ciclo está cumplido. En este torneo lo hizo Mohamed en Colón, Cocca en Gimnasia y Esgrima La Plata, Borghi en Boca o Tocalli en Quilmes. Todas son situaciones singulares y guardan algunos atisbos de similitud, pero lo cierto es que, luego de la ida de todos estos técnicos y la llegada de otros nuevos -ni mejores, ni peores, sólo diferentes- estos equipos tuvieron una remontada. Y no hablo de jugar mejor, porque es muy difícil, pero los jugadores son los mismos y, a veces, un cambio de aire es necesario para renovar esperanzas y objetivos.
Hace unos días, Gareca, DT de Vélez, dejó entrever que “dos años es mucho tiempo a cargo de un equipo” y no vería con malos ojos la ida después de la finalización del campeonato sea cual sea su resolución. Y aquí me permito un paralelismo con el párrafo anterior: Pese a tener todo el apoyo de la dirigencia para renovar su contrato Mohamed decidió irse. Luego de coronarse con Lanús en el Apertura 2007, Cabrero continuó un año más y optó por ceder su mando a Luis Zubeldía, discípulo suyo y con un futuro enorme, por capacidad y juventud. Y Gareca, después de lograr el Clausura del último año y consolidar a Vélez como uno de los mejores equipos de la Argentina, también puede emigrar hacia nuevos rumbos. Aplausos para aquellos técnicos que se van sin pedir permiso con la esperanza de volver y con la expectativa renovadora ante nuevos proyectos.